sábado, 5 de enero de 2013

Callejones de Arbat: contra los efectos del tiempo


Casi veintitrés  años después,  logro recordar vagamente, la imagen del general  Arnaldo Ochoa durante aquel juicio televisado por todo un mes en la televisión cubana. Claro, el tiempo ha disipado la nitidez del recuerdo. El tiempo y la memoria se han ocupado de desvencijar aquel hecho de cuando estudiaba en el pre-universitario, un tiempo en que no creo haber podido comprender la legitimidad de aquellas acusaciones ni de aquellas escenas.

Muchos, quizás, han olvidado aquel verano en que se acusaba a Ochoa públicamente para que, aquello, sirviera de escarmiento.  Muchos, o algunos, quizás ya no quieran acordarse de lo que pasó para que aquel general fuera despojado de sus medallas y muriera ante el pelotón de fusilamiento.

Para qué remover el pasado. Para qué hablar de lo injusto, de lo que ya no tiene solución. Para qué. Varias ideas corren ahora por mi cabeza, y aplaudo el hecho de que, precisamente para no olvidar, para hacer algo respecto a lo injusto  ¨Callejones de Arbat¨, publicada por Terranova Editores, y la más reciente novela de Antonio Álvarez Gil (Cuba, 1947), se da a la tarea de traer al presente hechos como éste que menciono, y devolvernos, como parte de una excelente lectura,  reflexiones sobre injusticias cometidas por despóticos gobiernos  en diferentes espacios y diferentes tiempos. Aunque todo el peso de esta nueva obra se desplaza hacia la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Un definitivo adiós a la Europa socialista.

En 1989, también, la URSS daba sus últimos respingos. Es alrededor de este período en que se mueva la narración en Callejones de Arbat.  

«Me llamaba la atención no sólo lo que estaba ocurriendo en Hungría, sino todo lo que se había puesto en marcha en la mayor parte de los países socialistas del este de Europa. En Polonia, por ejemplo, acababan de reconocer al Sindicato Solidaridad, que podría participar en las próximas elecciones de junio. Allí no se hablaba en lo absoluto de cambio o “perestroika” local, sino de negación y ruptura completa.»

Desde el inicio, se nos advierte que estaremos inmersos en lo que, durante aquellos primeros días de ruptura y conmoción entre los países socialistas, los representantes del gobierno de la URRS no se atrevían a aclarar. Las conferencias de prensa dejaban a los periodistas y participantes en la duda y en la incertidumbre. Lo que se avecinaba ponía en guardia a los interesados. La inestabilidad y la inseguridad hacía que Moscú, y toda la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas fuese un caos totalitario. Un periodo vivido por el propio autor, y de estos días, se aferra para crear una interesante atmósfera moscovita, y una historia de ficción dentro de esta otra Historia: la perestroika de Gorbachov.

El origen de la historia desde la Historia.

Cuando una historia es contada partiendo desde nuestra propia experiencia,  abriendo una zanja  para dejar que drene lo vivido, o/y sufrido,  en la mayoría de los casos se acaba por convencernos de que  lo relatado ocupa una buena parte de  la realidad.

Todavía hoy, después de semanas de haber acabado de leer esta novela  y logrando poner en orden mis recuerdos, me veo nuevamente ante  Dolores: una actriz rusa de origen hispano  e hija de Santiago Gómez,  español radicado en Moscú.

Dolores  aparece ante Mario, periodista cubano, y personaje  protagónico. ¨Perdón¨, dice ella y ocupa el único asiento vacío en la cafetería, y que está justo en la mesa que minutos antes ha ocupado Mario. La descripción hecha por el autor respecto a esta aparición, casi mágica, diría yo, al parecer adepto a los instantes sublimes.

«—Gracias —sonrió la desconocida y, colocando primero el platillo con la taza sobre la mesa, ocupó la silla libre. La mesa, que era pequeña y redonda, pareció llenarse de repente de luz. Entonces levanté la vista y, mirándola directamente al rostro, le dije “de nada” y le devolví la sonrisa. No era tan joven, pero sí mucho más bonita de lo que me había parecido antes. Tenía, además, una mirada clara que producía el efecto que me había deslumbrado en el primer instante.»

Entre el periodista y la actriz se urde un romance del que uno como lector se pregunta hasta dónde podría llegar porque Mario está casado y de su matrimonio cuenta con dos hijos.  Entonces surgirá otra pregunta: ¿Será posible permitirnos la infidelidad a pesar de que todo podría marchar bien en nuestra relación?, ¿qué de provechoso podría sacarse de esta infidelidad? ¿Siempre hará falta ¨una canita al aire¨?

Pero creo que éste no es la clave para inducirnos a la lectura. Hay algo mucho más conmovedor e interesante que nos hacen pensar en lo que leemos. La historia de amor no es más que el móvil para inducirnos a la esencia del relato, del que puedo decir que todo  Moscú se levanta a nuestro alrededor, y parece que va a decir su última palabra, parece que va a explicar lo que sucede entre políticos, antes de que alguien se apresure a poner a Mario sobre aviso y tenga que escoger ¨cara¨ o ¨cruz¨.  Porque cuando ese instante llegue ya él tendrá  en sus manos lo que le podría conducir a un final desastroso. Salvarse o no salvarse,  ¿por qué el miedo?, ¿por qué caer en esta disyuntiva de verse casi entre la espada y la pared?,  ¿qué hace para verse implicado en este inconveniente?

Hay un recorrido por hacer entre capítulos que considero inolvidables por la limpieza con que son presentados.

Desde ese recuerdo que aún conservo y que esta novela me ha devuelto con su color, y también con sus tonos grises y negros cuando nos acerca al tema de la injusticia cometida  en diferentes períodos, me hago partícipe, sobre todo, de esos primeros quince o dieciséis capítulos en que la narración parece apretarse en su nudo y no dar tregua  al  que sigue en esta trayectoria por llegar al fin o a la solución de lo expuesto.

Callejones de Arbat lo pone en clave, acierta a ofrecernos ese dolor  que nos pertenece a todos.

El Maestro y Margarita, referencias claves para Arbat.

Una puesta en escena en el Dramático de Arbat  también nos devuelve  la memoria. Se trata de una versión  de la novela  El Maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov, una sátira en tiempos de Stalin que pone en juego los ideales de este  régimen totalitario.

Dolores asume el papel de Margarita, y Mario la contempla desplazarse en escena. Conseguir ese papel en el teatro significa un triunfo evidente en la carrera de la joven actriz. Pero podía haberse elegido otra obra. Sin embargo es la historia escrita por Bulgákov la que favorece la intensidad dramática y el sentido (d)enunciativo en la novela de Álvarez Gil. Asertiva propuesta de llevarnos de un ambiente a otro, abriéndonos paso hacia diferentes caminos para conocer de la ridícula, bárbara, y sangrienta opresión del estalinismo y sus consecuencias o secuelas.

No creo que es un asunto ya ocupado, al contrario, aquí se nos deja entrever que aún hay tiempo para hablar. Todavía hay tiempo para contar partiendo de lo conocido.

Estoy seguro que muchos de mi generación desconocen la verdad de un régimen (mal) creado sobre la base de la utopía, sin querer  ver lo que se pudiera alcanzar con justas leyes y proposiciones lógicas.

Sabido es que, si en la práctica un sistema no funciona, ¿por qué entonces aferrarnos a su teoría?, ¿por qué insistir en una hipótesis cuando ya sabemos que predicar la igualdad en una sociedad es aberrante?

Somos diversos en cuanto a pensamiento, condición social, y merecemos la tolerancia a tantas diferencias. Somos humanos todos, ni piezas en blanco y negro de un ajedrez cuyo resultado se decide por un sólo jugador, por un único manipulador de dichas piezas.

Un sitio para estos Callejones.

Aquí se nos propone un acercamiento  a épocas en que se arremetía contra escritores y artistas.

«El secretario de la Academia Sueca llegó a afirmar que entre 1946 y 1957 Pasternak había sido propuesto ocho veces para el premio. Camus, que fue el ganador de este último año, lo propuso para el año siguiente. Ya para entonces El doctor Zhivago había aparecido en Italia y se estaba traduciendo en muchos otros países de Europa (incluida Suecia) y en los Estados Unidos. Pero la novela no estaba en ruso, en su lengua original, porque las editoriales de este país la tildaron de antisoviética y la rechazaron desde el primer momento.»

En algunos caso, el  delito cometido pudiera ser haber nacido en un  ambiente de clase acomodada o burguesa, una pena capital tristemente considerada por aquellos que despreciaban la belleza en la literatura o la elegancia y el refinamiento de en sus semejantes, como también nos deja reflexionando sobre el caso que cito al inicio, el juicio televisado al general Ochoa.

Pero sobre todas las cosas, bien vale una lectura a esta reciente novela de Álvarez Gil, por la  belleza y la fuerza en su narrativa, y una manera reconocible en el tono y la atmósfera creados por su autor, aspectos que bastarían para ubicar a Callejones de Arbat en un sitio loable entre lo mejor de la literatura  escrita por cubanos en el exilio.

I.Hernández

(reseña publicada en http://otrolunes.com/25/librario/callejones-de-arbat/)


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hi! I wonder how I might be able to contact the blog owner? Thanks :)

I. Hernández dijo...

Hi, Adriana Lopez. You can send an email to ihoshernandez gmail.com

Thanks