Casi veintitrés años después, logro recordar vagamente, la imagen del general Arnaldo Ochoa durante aquel juicio televisado por todo un mes en la televisión cubana. Claro, el tiempo ha disipado la nitidez del recuerdo. El tiempo y la memoria se han ocupado de desvencijar aquel hecho de cuando estudiaba en el pre-universitario, un tiempo en que no creo haber podido comprender la legitimidad de aquellas acusaciones ni de aquellas escenas.
Muchos,
quizás, han olvidado aquel verano en que se acusaba a Ochoa públicamente para
que, aquello, sirviera de escarmiento. Muchos,
o algunos, quizás ya no quieran acordarse de lo que pasó para que aquel general
fuera despojado de sus medallas y muriera ante el pelotón de
fusilamiento.
Para qué
remover el pasado. Para qué hablar de lo injusto, de lo que ya no tiene
solución. Para qué. Varias
ideas corren ahora por mi cabeza, y aplaudo el hecho de que, precisamente para
no olvidar, para hacer algo respecto a lo injusto ¨Callejones de Arbat¨, publicada por Terranova
Editores, y la más reciente novela de Antonio
Álvarez Gil (Cuba, 1947), se da a la tarea de traer al presente hechos como
éste que menciono, y devolvernos, como parte de una excelente lectura, reflexiones sobre injusticias cometidas por
despóticos gobiernos en diferentes
espacios y diferentes tiempos. Aunque todo el peso de esta nueva obra se
desplaza hacia la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Un definitivo adiós a la Europa socialista.
En 1989,
también, la URSS daba sus últimos
respingos. Es alrededor de este período en que se mueva la narración en
Callejones de Arbat.
«Me llamaba
la atención no sólo lo que estaba ocurriendo en Hungría, sino todo lo que se había
puesto en marcha en la mayor parte de los países socialistas del este de
Europa. En Polonia, por ejemplo, acababan de reconocer al Sindicato
Solidaridad, que podría participar en las próximas elecciones de junio. Allí no
se hablaba en lo absoluto de cambio o “perestroika” local, sino de negación y
ruptura completa.»
Desde el
inicio, se nos advierte que estaremos inmersos en lo que, durante aquellos
primeros días de ruptura y conmoción entre los países socialistas, los
representantes del gobierno de la URRS no se atrevían a aclarar. Las
conferencias de prensa dejaban a los periodistas y participantes en la duda y en
la incertidumbre. Lo que se avecinaba ponía en guardia a los interesados. La
inestabilidad y la inseguridad hacía que Moscú, y toda la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas fuese un caos totalitario. Un periodo vivido por el
propio autor, y de estos días, se aferra para crear una interesante atmósfera
moscovita, y una historia de ficción dentro de esta otra Historia: la
perestroika de Gorbachov.
El origen de la historia desde la Historia.
Cuando una
historia es contada partiendo desde nuestra propia experiencia, abriendo una zanja para dejar que drene lo vivido, o/y sufrido, en la mayoría de los casos se acaba por
convencernos de que lo relatado ocupa una
buena parte de la realidad.
Todavía hoy,
después de semanas de haber acabado de leer esta novela y logrando poner en orden mis recuerdos, me veo
nuevamente ante Dolores: una actriz rusa
de origen hispano e hija de Santiago Gómez,
español radicado en Moscú.
Dolores aparece ante Mario, periodista cubano, y personaje
protagónico. ¨Perdón¨, dice ella y ocupa
el único asiento vacío en la cafetería, y que está justo en la mesa que minutos
antes ha ocupado Mario. La descripción hecha por el autor respecto a esta
aparición, casi mágica, diría yo, al parecer adepto a los instantes sublimes.
«—Gracias
—sonrió la desconocida y, colocando primero el platillo con la taza sobre la
mesa, ocupó la silla libre. La mesa, que era pequeña y redonda, pareció
llenarse de repente de luz. Entonces levanté la vista y, mirándola directamente
al rostro, le dije “de nada” y le devolví la sonrisa. No era tan joven, pero sí
mucho más bonita de lo que me había parecido antes. Tenía, además, una mirada
clara que producía el efecto que me había deslumbrado en el primer instante.»
Entre el
periodista y la actriz se urde un romance del que uno como lector se pregunta
hasta dónde podría llegar porque Mario está casado y de su matrimonio cuenta
con dos hijos. Entonces surgirá otra
pregunta: ¿Será posible permitirnos la infidelidad a pesar de que todo podría
marchar bien en nuestra relación?, ¿qué de provechoso podría sacarse de esta
infidelidad? ¿Siempre hará falta ¨una canita al aire¨?
Pero creo
que éste no es la clave para inducirnos a la lectura. Hay algo mucho más
conmovedor e interesante que nos hacen pensar en lo que leemos. La historia de
amor no es más que el móvil para inducirnos a la esencia del relato, del que puedo
decir que todo Moscú se levanta a
nuestro alrededor, y parece que va a decir su última palabra, parece que va a
explicar lo que sucede entre políticos, antes de que alguien se apresure a poner a Mario
sobre aviso y tenga que escoger ¨cara¨ o ¨cruz¨. Porque cuando ese instante llegue ya él tendrá
en sus manos lo que le podría conducir a
un final desastroso. Salvarse o no salvarse, ¿por qué el miedo?, ¿por qué caer en esta
disyuntiva de verse casi entre la espada y la pared?, ¿qué hace para verse implicado en este inconveniente?
Hay un
recorrido por hacer entre capítulos que considero inolvidables por la limpieza
con que son presentados.
Desde ese
recuerdo que aún conservo y que esta novela me ha devuelto con su color, y
también con sus tonos grises y negros cuando nos acerca al tema de la
injusticia cometida en diferentes
períodos, me hago partícipe, sobre todo, de esos primeros quince o dieciséis
capítulos en que la narración parece apretarse en su nudo y no dar tregua al que
sigue en esta trayectoria por llegar al fin o a la solución de lo expuesto.
Callejones
de Arbat lo pone en clave, acierta a ofrecernos ese dolor que nos pertenece a todos.
El Maestro y Margarita, referencias claves para
Arbat.
Una puesta
en escena en el Dramático de Arbat
también nos devuelve la memoria.
Se trata de una versión de la novela El Maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov,
una sátira en tiempos de Stalin que pone en juego los ideales de este régimen totalitario.
Dolores
asume el papel de Margarita, y Mario la contempla desplazarse en escena. Conseguir
ese papel en el teatro significa un triunfo evidente en la carrera de la joven
actriz. Pero podía haberse elegido otra obra. Sin embargo es la historia
escrita por Bulgákov la que favorece la intensidad dramática y el sentido (d)enunciativo
en la novela de Álvarez Gil. Asertiva propuesta de llevarnos de un ambiente a
otro, abriéndonos paso hacia diferentes caminos para conocer de la ridícula, bárbara,
y sangrienta opresión del estalinismo y sus consecuencias o secuelas.
No creo que
es un asunto ya ocupado, al contrario, aquí se nos deja entrever que aún hay
tiempo para hablar. Todavía hay tiempo para contar partiendo de lo conocido.
Estoy
seguro que muchos de mi generación desconocen la verdad de un régimen (mal)
creado sobre la base de la utopía, sin querer ver lo que se pudiera alcanzar con justas
leyes y proposiciones lógicas.
Sabido es
que, si en la práctica un sistema no funciona, ¿por qué entonces aferrarnos a
su teoría?, ¿por qué insistir en una hipótesis cuando ya sabemos que predicar
la igualdad en una sociedad es aberrante?
Somos
diversos en cuanto a pensamiento, condición social, y merecemos la tolerancia a
tantas diferencias. Somos humanos todos, ni piezas en blanco y negro de un
ajedrez cuyo resultado se decide por un sólo jugador, por un único manipulador
de dichas piezas.
Un sitio para estos Callejones.
Aquí se nos
propone un acercamiento a épocas en que
se arremetía contra escritores y artistas.
«El
secretario de la Academia Sueca llegó a afirmar que entre 1946 y 1957 Pasternak
había sido propuesto ocho veces para el premio. Camus, que fue el ganador de
este último año, lo propuso para el año siguiente. Ya para entonces El doctor
Zhivago había aparecido en Italia y se estaba traduciendo en muchos otros
países de Europa (incluida Suecia) y en los Estados Unidos. Pero la novela no
estaba en ruso, en su lengua original, porque las editoriales de este país la
tildaron de antisoviética y la rechazaron desde el primer momento.»
En
algunos caso, el delito cometido pudiera
ser haber nacido en un ambiente de clase
acomodada o burguesa, una pena capital tristemente considerada por aquellos que
despreciaban la belleza en la literatura o la elegancia y el refinamiento de en
sus semejantes, como también nos deja reflexionando sobre el caso que cito al
inicio, el juicio televisado al general Ochoa.
Pero
sobre todas las cosas, bien vale una lectura a esta reciente novela de Álvarez
Gil, por la belleza y la fuerza en su narrativa,
y una manera reconocible en el tono y la atmósfera creados por su autor, aspectos
que bastarían para ubicar a Callejones de Arbat en un sitio loable entre lo
mejor de la literatura escrita por
cubanos en el exilio.
I.Hernández
(reseña publicada en http://otrolunes.com/25/librario/callejones-de-arbat/)
2 comentarios:
Hi! I wonder how I might be able to contact the blog owner? Thanks :)
Hi, Adriana Lopez. You can send an email to ihoshernandez gmail.com
Thanks
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