viernes, 16 de marzo de 2012

«No es fácil inclinarse por un género» (Entrevista a Jorge Carrigan)

Jorge Carrigan (La Habana, 1953) es autor de una docena de piezas teatrales. Residente en Canadá, publicó en 1999 el libro de narraciones y poemas Cascabeles en la Punta, y en 2002 la antología Teatro de Segunda Mano, que recoge obras escritas en colaboración con otros autores. Su novela Bailar con la más fea vio la luz en 2010, y ahora, bajo el sello Plaza Editorial, publica Muñequita linda, una narración cargada de erotismo, una historia de reivindicaciones femeninas.

Carrigan, ¿podrías adelantarnos algo de 'Muñequita linda'?
Es difícil adelantar demasiado sobre la trama de esta novela, ya que una buena parte de su encanto consiste en develar a lo largo de la historia las peculiaridades del personaje central, que es, además, la voz que narra. Si algo puede adelantarse es que se trata de una narradora, una voz femenina, lo cual resultó difícil y laborioso. El mayor riesgo ha sido introducirme, e introducir a los lectores, en una problemática humana que, a su vez, constituye uno de los baluartes del movimiento feminista. Ese lanzarse en el mundo femenino traerá por consecuencia que a partir de ahora la mitad de las mujeres, las que me interpreten bien, va a quererme mucho, y la otra mitad probablemente me va odiar.

¿Existen diferencias entre 'Muñequita linda' y 'Bailar con la más fea'?
Son dos libros muy diferentes. Bailar con la más fea es una novela de atmósferas, sombría, en la que la injusticia se da por sentado y los personajes están condenados de antemano a que la realidad los vaya despedazando; donde me propuse que el recorrido del lector se hiciera sinuoso.
En Muñequita linda la justicia está en el centro mismo de la trama, que es más anecdótica, más lineal, con una historia en la cual la narradora no sólo cuenta, sino que especula, y a lo largo de la narración va tejiendo una relación de complicidad con el lector, con observaciones sutiles y hasta cierta ironía.

¿Está presente Cuba?
En Bailar con la más fea Cuba no está, solo se presiente. Muñequita linda es un poco más lejana, se desarrolla en un país que difícilmente sea Cuba por razones que, para no revelar más de la cuenta, no adelantaré. Solo decir que en este caso abordo un tema que me gustaría muchísimo que fuera ampliamente debatido y eventualmente resuelto alguna vez por los cubanos, pero la historia que se me ocurrió para ilustrar la discusión de dicho tema, y que constituye la carne de la novela, me temo que es totalmente ajena a la realidad cubana de hoy.

Soy más que consciente de que después de dos novelas ando ya debiéndole una a Cuba y otra a Canadá. Por tanto, prometo con toda solemnidad que en la próxima, que ya está en boceto, aparecerán La Habana y Montreal, entre otras ciudades.

El lanzamiento oficial de 'Muñequita linda'…
Para mi infortunio, o quizás para mi fortuna, mis editores no pertenecen a los grandes circuitos comerciales de la literatura. Este detalle hace que la distribución y las presentaciones no se produzcan de acuerdo a un plan que solo puede elaborarse y cumplirse cuando hay toda una maquinaria de promoción detrás, o delante, de los autores y las obras. La distribución, por tanto, se realiza gracias al apoyo de instituciones e individuos que tanto acá en Canadá como en otros países se interesan por auspiciar las presentaciones y la puesta en circulación. De momento, el lanzamiento en Ottawa, que es donde vivo, será el jueves 8 de diciembre. Luego vendrán presentaciones en Miami y en Cartagena de Indias, Colombia, con fechas aún por confirmar; y luego estoy seguro de que habrá lanzamientos en Montreal y Toronto; además de que espero presentarla también el verano próximo en Nueva York y, si la suerte me acompaña, en República Dominicana.

Se te conoce más como dramaturgo. Entre el teatro y la novelística, qué prefieres y por qué.
Lo que me gusta del teatro es que uno, como autor, puede ver la reacción del público en el momento en que entra en contacto con la obra. Luego uno se da cuenta de que no todo cabe en el teatro. Alguien dijo que cada tema pide al autor la forma en que debe ser escrito, de manera que hay temas que no funcionarían en el teatro, como mismo hay otros que se verían mejor si se le muestran al público sobre un escenario. No es fácil inclinarse por un género.

Cada manera de comunicar tiene su encanto. Es cierto que he escrito mucho más teatro que narrativa, pero hay una razón: vengo de un país en el que, como nunca alcanzaba el papel, publicar una novela era un sueño prácticamente inalcanzable; sin embargo, como tenía muchos amigos, había posibilidad de reunir actores y de poner en escena piezas teatrales.

Aquí en Canadá es todo lo opuesto. Faltan los amigos y sobra el papel, de manera que el día que se me ocurrió escribir una novela, porque me di cuenta de que estaba empeñado en contar una historia irrepresentable en teatro, no lo dudé. Lo cual no significa, por otro lado, que haya sido fácil. Alguien me preguntó que si le temía a la página en blanco y respondí que a lo que le temo es a la página a medio escribir, cuando a uno se le presenta un problema técnico y no tienen la capacidad de resolverlo. Cuento esto porque debí aprender muchas cuestiones técnicas para terminar la primera novela. Y ahora, que he escrito teatro y narrativa, diríamos que es justo que se me emplace a elegir. Solo que entre ambos géneros, mi respuesta es que me gustan por igual.

Después de esta novela, ¿existe algún nuevo proyecto?
Proyectos es lo que nunca me ha faltado. Si puedo decir que soy escritor es porque, para escribir todo lo que quisiera, necesitaría más tiempo que el que me queda de vida. De modo que ahí vienen las prioridades. En este instante estoy inmerso en un proyecto cinematográfico en el que trabajaré como guionista y director de actores. Tengo tres piezas de teatro a medio escribir, y en literatura una novela que ya no está en mente, sino en el disco duro de la computadora, en boceto. Se titulará Pelos en la lengua.

Una última pregunta: ¿Qué esperas de tus lectores?
Hay escritores que se mueren por tener lectores súper sensibles, que lloren, se desgarren y se corten las venas con el marcador del libro. Yo prefiero que mis lectores sean solo inteligentes; ni más ni menos inteligentes que yo. Que disfruten lo que leen tanto como yo he disfrutado escribiéndolo.

(entrevista publicada en www.diariodecuba.com)

viernes, 2 de marzo de 2012

"Martí nos dejó a todos un poco huérfanos" (Entrevista a Antonio Álvarez Gil sobre su novela Las Largas Horas de la Noche)

Desde Estocolmo, Antonio Álvarez Gil (La Habana, Cuba, 1947) escribe como mismo ha hecho desde antes de que en 1986 apareciera su libro de cuentos Una muchacha en el andén (Premio David, 1983), otorgado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Siguieron otros títulos —Fin del capítulo ruso, Naufragios, Deliro Nórdico…— hasta el más reciente, Perdido en Buenos Aires (XIV Premio Vargas Llosa de Literatura), que recrea uno de los encuentros de ajedrez más apasionantes que se recuerdan a nivel mundial, el del cubano José Raúl Capablanca y el ruso Alexander Alekhine.

Sin embargo, hay otra novela, publicada mucho antes, que parte también de un hecho histórico. Las largas horas de la noche (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003)y que se basa en La niña de Guatemala, el poema que José Martí escribiera alrededor de su encuentro con María García Granados, tema del que he conversado con su autor.

¿Qué te llevó a escribir sobre este idilio entre María García Granados, 'la niña de Guatemala', y Martí?
Siempre sentí curiosidad por esta página de la vida de Martí. En Cuba la gente habla de este tema apenas sin conocerlo. Es más, en alguna ocasión he podido oír chistes y hasta frases zafias al respecto. Por obra y gracia del célebre choteo cubano, se ha llegado a convertir un episodio de índole romántica, de quien fue, en mi opinión, uno de los cubanos más nobles de todos los tiempos, en un relato chusco, indigno.

A mediados de los años 80, el Canal 6 de la Televisión Cubana tuvo la idea de realizar una serie de ficción sobre la vida de Martí. Yo estuve entre los escritores que aceptaron encargarse de una parte del argumento, y escogí el episodio de Martí en Guatemala y su relación con María García Granados. Más tarde, una serie de circunstancias me llevaron a plantearme su conversión en un texto novelístico.

¿Cómo fue el proceso investigativo sobre María García Granados y aquellos días de 1877 y 1878?
Tuve que trabajar muchísimo en la búsqueda de información (sin la ayuda de Internet, por cierto) y en la reconstrucción histórica del mundo en que vivieron Martí y María García Granados. En los inicios del proyecto televisivo me presentaron a Lilian Llerena, que había sido designada para dirigir la serie. Lilian había reunido un gran número de libros sobre la vida y la obra de Martí, algunos de ellos sacados para la ocasión de las bóvedas de la Biblioteca Nacional. Pude disponer de ellos, y me sirvieron para reconstruir la Guatemala de la época y, sobre todo, la vida y la actividad de Martí en aquel país. Recuerdo con nostalgia las horas de trabajo con Lilian Llerena, que era una persona y una artista exquisita desde todos los puntos de vista.

Fue un tiempo muy hermoso, de mucho trabajo colectivo y de mucha ilusión por el proyecto. Finalmente, el guión fue aprobado y yo salí de Cuba para ir a trabajar por unos años a Moscú. Cuando regresé de vacaciones, Lilian me contó que el proyecto hacía aguas. No sólo no avanzaba, sino que, según le parecía a ella, estaba a punto de ser suspendido. Lilian se sentía muy decepcionada de todo y con todos. Y como yo no quería que mi trabajo se perdiera, me propuse escribir una novela sobre el tema. Entonces me llevé mi manuscrito y mis notas para Moscú y empecé a escribir. Al cabo del año, más o menos, la novela estuvo lista.

En esta novela se lee: 'Hace seis días que llegaste a Guatemala, y no has venido a verme. ¿Por qué eludes tu visita? Yo no tengo resentimiento contigo, porque tú siempre me hablaste con sinceridad respecto a tu situación moral de compromiso de matrimonio con la señorita Zayas Bazán'. ¿Qué crees que pudiera haber cambiado la historia real de no haber sido eludida aquella visita que María tanto deseó?
Pese a que ha pasado el tiempo, recuerdo los "análisis" a los que sometíamos a Martí. Era muy difícil entrar en su alma e interpretar su pensamiento, que por entonces era el de un joven de 24 años. Y aún más difícil resultaba conocer la naturaleza y el alcance de las emociones que sintió en aquellos tiempos. Sabíamos de algunos hechos, pero era difícil sacar conclusiones. Y no obstante, había que hacerlo, tratar de sacar algo en limpio, aunque resultaran meras suposiciones. Por ejemplo, las palabras de María que citas, pertenecen a una carta real. Es igualmente real el dato de que, tras su regreso de México y casado ya con Carmen Zayas Bazán, Martí no pasara por casa de la joven. Pero los motivos para ello ya entran en el campo de las especulaciones.

Yo pienso que el hecho de que él evitara enfrentarse a ella, habla por sí solo del dilema en que el joven Martí se debatía por entonces. Soy del criterio que, de haberla visitado, nada habría cambiado sustancialmente. Sólo que el Maestro se habría sentido un poco peor, un poco más culpable, tal vez. Hay que tener en cuenta que José Martí era un hombre profundamente honrado. Es más, los códigos de honor que rigieron siempre su actuación lo llevaron, como se sabe, a ofrendar la vida por la patria.

¿Hasta qué punto te influyó en lo personal esta relación de María García Granados y Martí?
Un idilio que termina en tragedia, en muerte, puede siempre emocionar a un escritor. María era una joven culta e inteligente. Tocaba el piano, cantaba con sus hermanas y amaba la poesía. Solía participar en las tertulias que su padre organizaba en el salón de su casa. Allí seguramente conoció a buena parte de la élite de la ciudad. Pero, pese a su procedencia social y su juventud, tenía puntos de vista muy avanzados para su época. Imagino que sus ideas debieron de coincidir en muchos aspectos con las ideas de Martí.

En la medida en que estudiaba y conocía mejor a la muchacha, yo veía que los protagonistas del idilio tenían mucho en común. Y me metí tan profundamente en aquellos días guatemaltecos de Martí, que a veces me parecía ser testigo de sus conversaciones. Me hice una idea de la casa, de sus salones, de los personajes y de la tertulia donde se conocieron el poeta y la joven. Luego mi imaginación siguió fabricando momentos, viendo imágenes de aquel tiempo, reconstruyendo su mundo y —lo peor de todo— avanzando hacia un momento que yo sabía habría de llegar: el casamiento de Martí con su prometida en México, su regreso a Guatemala y la posterior muerte de María. Esto era algo que yo no podía cambiar. Escribía y sabía que, aunque no lo quisiera, tendría que llegar a ese punto. Sabía también que, años más tarde, en Nueva York, Martí se reconocería a sí mismo el error y escribiría su célebre poema. Y ese desgarramiento de su alma no podía dejar de sacudirme a mí, un cubano que admiraba —y admira—al más insigne de todos nosotros.

¿Cómo es que Martí, comprometido con Carmen Zayas Bazán, se ve envuelto en este idilio?
En mi opinión, es imposible dar respuesta a todo lo que ocurre en el alma de las personas. La química de los sentimientos no obedece a leyes naturales. La afinidad, la inclinación y el amor entre las personas no son el resultado de una operación matemática. De manera que no podría emitir un juicio categórico al respecto. Como he dicho, tanto Lilian Llerena como yo tratamos de bucear en las profundidades del alma de Martí. Analizamos verso a verso los poemas que escribió en Guatemala (dos de ellos dedicados a María) y de determinar hasta qué punto su actuación respondía a un sentimiento amoroso, un deseo de aventura, un flirteo o a un sentimiento de carácter más bien platónico, producto de la innegable atracción que la muchacha guatemalteca debió de ejercer sobre su alma.

Seguramente habrá especialistas en Martí, estudiosos de su vida y su obra, o simples iluminados, que puedan pronunciar un dictamen. Yo sólo soy un novelista que, impresionado por el idilio y su final trágico, construyó una fábula donde lo único rigurosamente cierto es que Martí se casó con su prometida, la señorita Carmen Zayas Bazán, que regresó desposado con ella y que María García Granados murió a los pocos meses de la llegada de la pareja. Lo demás está fuera del alcance de mis conocimientos objetivos del tema. En cualquier caso, prefiero quedarme con la historia que concebí y que puede leerse en la novela.

¿Podría conocer tu visión personal sobre Martí? ¿Cómo lo ves más allá de su imagen de mártir?
José Martí es, en mi opinión, uno de los hombres más grandes que ha existido jamás. Su temprana muerte nos privó de una obra que pudo haber sido incomparablemente mayor a la que conocemos. Lo que escribió, sin embargo, es más que suficiente para colocarlo en el lugar que ocupa en las letras hispanas. Y no sólo hispanas. Martí escribió hermosos artículos en inglés y en francés, conoció y habló sobre la literatura y el arte de numerosos países. Resulta increíble cómo podía leer tanto, ver tantos cuadros y estar en tantos sitios a la vez. Y todo sin abandonar su ideal supremo: la fundación de un estado libre y moderno en la tierra en la que había nacido. Yo pienso que es una pena que haya sacrificado su vida en ese empeño. Habría sido mucho mejor para todos nosotros, para su país, para la cultura universal, si él se hubiera mantenido un poco más alejado de las balas.

Pero las cosas son como son y no como uno quisiera que fueran. José Martí murió a los 42 años y nos dejó a todos un poco huérfanos.

Martí es, por cierto, uno de las pocos símbolos nacionales que une a todos los cubanos.

El manuscrito original de la novela lo perdiste en Moscú…
La primera versión —Moscú, 1989 o algo así— me fue sustraída de mi automóvil, que estaba aparcado en el centro de la ciudad. Quien robó el manuscrito andaba en busca de otras cosas; pero se llevó el maletín que contenía los papeles y éstos no aparecieron jamás. Yo no tenía copia. Me quedaron solamente las primeras páginas y unas cuantas notas y apuntes de mis visitas a la Biblioteca Internacional de Moscú, donde había pasado tardes y noches buscando datos en libros y periódicos viejos. A los pocos días del robo traté de ponerme de nuevo a trabajar en el texto, pero no resultó. No podía concentrarme, escribir ni leer nada sobre el tema.

Así las cosas, decidí dejarlo. Por aquel tiempo, el difunto Justo Vasco —que era un buen amigo mío y había sido la única persona que había leído el manuscrito terminado— me dijo que iba a tratar de ayudarme a conseguir una de las becas de creación que por entonces otorgaba la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Vasco era por entonces uno de los dirigentes de la Asociación de Escritores). En definitiva, cuando regresé a Cuba, pude disponer de esa beca, que se extendió por espacio de seis meses, a partir de enero de 1991. No era mucho dinero, pero me permitió quedarme en casa trabajando, ir de nuevo a los libros que pude conseguir en La Habana y escribir otra vez la novela. Creo que esta segunda versión quedó mejor que la primera; aunque esto, desde luego, es del todo imposible de comprobar.

¿Y qué escribes por estos días?
Estoy terminando un libro de relatos que se desarrollan en Suecia o que tienen que ver con este país, doce cuentos de carácter monotemático. He querido poner de manifiesto mi agradecimiento a Suecia, el país que me acogió en su día y que me ha permitido seguir adelante con mi carrera de escritor. En todos los relatos del libro hay personajes inspirados en prototipos suecos.

También, desde luego, cubanos, que en ocasiones son quienes ven y relatan los hechos fabulares. Y en uno de los cuentos reservo el papel de narrador y héroe central para un personaje que está muy cerca del autor del libro, que se titula Aterriza entre los pinos.

¿Te sientes satisfecho con lo logrado hasta hoy?
No, no lo estoy. Es cierto que he publicado algunos libros y ganado algunos premios, pero todavía estoy muy lejos de lo que creo que puedo llegar a escribir. Todavía tengo mucho que aprender en mi oficio, mucho que mejorar y mucho campo por delante para continuar creciendo. Es más, me parece que siempre será así.

(entrevista publicada en http://www.diariodecuba.com.)